Los impagos de las cuotas y las obras no consentidas son los conflictos más comunes. Llevarse bien con los vecinos resulta a veces trabajoso, pero siempre compensa. No sólo se trata de ahorrarse el mal trago que supone cruzarse con un vecino al que no se habla, ni siquiera de evitar los disgustos, malos ratos y conflictos que hacen imposible una mínima convivencia o llegan incluso a perjudicar la economía. Y no hay excusa, dejar de acudir a las Juntas de Propietarios y delegar en otros vecinos la toma de decisiones que acabarán afectando a todos, además del reconocimiento de un fracaso es un craso error.
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